Estamos viviendo una época donde la espiritualidad está en todos lados. Las personas meditan, leen sus cartas, prenden sahumerios, repiten mantras, hacen retiros de sanación, alinean chakras y hablan de energía como si fuera una segunda lengua. Se respira una aparente conexión. Pero en este despertar global también hay ruido, contradicciones y heridas no sanadas que gritan desde el silencio.